Como en todo ámbito, la innovación también tiene sus desafíos y sortearlos es parte de innovar. El plantear soluciones dinámicas, competitivas y acordes a las necesidades y requerimientos reales de las distintas empresas, es una de las tantas exigencias que conlleva la ingeniería. Las empresas necesitan de la innovación para mantenerse a flote y a pesar de que la tecnología ha impulsado el desarrollo en distintas áreas, esta no es nada si no cuenta con el apoyo de ideas extraordinarias, una base académico-curricular centrada en el aprender-haciendo y, sobre todo, la vinculación con el entorno.
El innovar responde a las actuales necesidades de las empresas y la sociedad. Un público más exigente y consciente de su entorno implica nuevos y mayores desafíos, donde el pensar fuera del status quo y el trabajo colaborativo se vuelven esencial para afrontar con éxito los actuales cambios. Hoy por hoy, las personas exigen industrias conectadas con sus necesidades, cercanas y que también sean responsables con el medio ambiente. Así, la innovación con base en la fidelización se transformar en una pieza clave, pero para lograrla se necesidades, además de lo ya mencionado, una constante investigación que permita afrontar tanto el presente como el futuro.
Igualmente, se requiere de espacios que permitan la interacción, el intercambio de ideas y la experimentación. La tecnología, por su parte, es fundamental para resolver problemáticas reales o quizás, para generar la tan anhelada transferencia tecnológica que permita desarrollar nuevos procesos de innovación. De la misma manera, se requiere que la empresa, la academia o las mismas personas incorporen en sus vidas la cultura de la innovación, que se sientan desafiados a contribuir a la sociedad y por qué no, cambiarla mediante soluciones reales y concretas.